Leo que el 41,7% de los americanos tiene una opinión favorable de Donald Trump. El trumpismo se ha convertido en un culto con millones de fieles. ¿Cómo es posible que tantos ciudadanos acepten que les gobierne un perturbado que durante cuatro años hizo de la mentira y del apoyo a leyes antidemocráticas su forma habitual de gobernar? La respuesta más fácil es que los medios afines a la ultraderecha le ensalzaban y le ensalzan divulgando mentiras a su favor y contra sus adversarios con fervor goebbeliano.
Lo
mismo ocurre en la vecina Italia que, el pasado domingo decidió democráticamente
que el partido posfascista de Meloni, quien se reclama también cristiana, les
gobierne durante los próximos cinco años.
Lo
mismo responde el español que intenta explicarse la preponderancia de las
derechas en las encuestas españolas. Pero en Estados Unidos abundan los medios,
los periodistas y los analistas políticos honestos que cada día difunden la
verdad. ¿Cómo es que no logran llegar y penetrar en las mentes de los que viven
engañados por el método de la propaganda hitleriana? La respuesta hay que
buscarla en el poder de Cristo.
La
extrema derecha de Estados Unidos se ha puesto el nombre de «Christian
Nationalists». Así se definen muchos políticos del Partido Republicano, partido
hoy entregado en cuerpo y alma al trumpismo, que aspiran en noviembre a ser
elegidos representantes y senadores del Congreso americano. El «nacionalismo
cristiano» predica la santísima trinidad del orden racial, la libertad
cristiana y la violencia machista.
El orden racial significa respeto a la supremacía de los blancos. No se puede permitir que inmigrantes de otras razas y religiones tomen por asalto el país elegido por Dios para ser modelo de cristianismo. La libertad cristiana exige obediencia a las costumbres y reglas de la familia cristiana rechazando la abominación del amancebamiento, del aborto, de la homosexualidad. La violencia machista fue aprobada por la voluntad de Dios dando al macho mayor masa muscular y fuerza gracias a la mayor concentración de testosterona en su sangre, por lo que su preponderancia sobre la mujer obedece a la naturaleza por evidente mandato de Dios. Pero, ¿se justifica la violencia? En una nación entregada al respeto a la ley y el orden, la transgresión no solo puede sino que debe castigarse por todos los medios, incluyendo medios violentos.
¿Hay
algún partido o partidos en España que, sin hacer ostentación del nombre de
«nacionalista cristiano», abracen y prediquen, abierta o encubiertamente, la
misma trinidad que el «Christian Nationalism» americano? ¿Hay algún o algunos
partidos que parecen tener empleados con la única función de seguir todos los
suspiros del Partido Republicano de los Estados Unidos para repetir su doctrina
y sus mensajes en España? ¿Hay algún o algunos que apliquen en España los
métodos de la propaganda goebbeliana para divulgar su ideología?
La
metáfora de la santísima trinidad aquí no es nueva. Es la doctrina que inspiró
al gobierno franquista que se inspiró, a su vez, en el fascismo italiano en el
que, a su vez, se inspiró el nazismo alemán. Es la misma doctrina que el
gobierno franquista impuso en todos los rincones del territorio nacional
empezando por adoctrinar a los niños en los colegios y siguiendo por
garantizarse la fidelidad de los adultos mediante un control absoluto de
prensa, radio, cine y televisión cuando ésta llegó.
Los nacionalistas españoles de extrema derecha, como los del partido de Bolsonaro en Brasil, como los del de Orban en Hungría o los de Meloni en Italia no han inventado nada. Estudiaron del fascismo doctrina y modos como el actor que estudia su papel para una representación, y tan bien lo estudiaron y tan bien lo actúan que han merecido y merecen la ovación de millones. Su papel es incontrovertible. ¿Pero por qué? ¿Por qué ha vuelto una ideología que crispó a sociedades enteras, que infundió el odio como se contagia una pandemia, que hizo estallar guerras causando millones de muertos?
En
la investigación de ciertos crímenes, para dar con el culpable se dice que hay
que seguir al dinero. Solo en la semana siguiente al registro de su casa, Trump
recibió diez millones de dólares en donaciones. Hoy por hoy, en los países
modernos, el nombre de Cristo ya no tiene el mismo poder que en un lejano
antaño aunque se sigue utilizando para dar a quien le hace falta la
tranquilizadora sensación de pertenencia a una tribu. El poder supremo y
absoluto lo tiene el Dinero. El que se abre paso como una gigantesca excavadora,
aquí, en Estados Unidos y en todo el mundo, es el Dinero. ¿Qué llama a ciertos
jóvenes a afiliarse a un partido político y a introducirse en sus intríngulis
con su ambición puesta en un cargo y, más allá, en verse en una lista
electoral? Como confesó un personaje político español de derechas, estaba en
política para forrarse.
Para forrarse estaban muchos del Partido Popular como demostró la retahíla de causas penales que a muchos llevó a la cárcel; y las que faltan. ¿Qué mueve a obispos y sacerdotes a predicar a favor de los partidos que abrazan la doctrina del nacionalismo cristiano? A muchos, más que la fe les mueven las donaciones. En vísperas de las elecciones al Congreso de los Estados Unidos, la petición de donaciones hoy ocupa más tiempo en los medios norteamericanos que las «celebrities». El éxito de un político y su influencia en un partido lo determinan los millones de dólares que sea capaz de recaudar en donaciones, por lo que en cada vídeo de propaganda electoral, sale el protagonista o una voz en off pidiendo dinero.
A
los jueces no se les puede comprar sin incurrir en delito grave, pero el poder
permite a los políticos nombrar a jueces dispuestos a vender honra y lo que
haga falta por obtener un cargo importante con un sueldo de importancia igual.
Los nacionalistas cristianos del mundo entero saben que teniendo de su parte a
la iglesia católica y a las iglesias protestantes y a la banca y a los grandes
empresarios y a la judicatura tienen despejada la escalinata hacia el poder y
garantizada la permanencia en los sillones de mando a menos que los mandatarios
se pasen de listos o de tontos como les pasó a Aznar y a Rajoy. ¿Y qué les pasó
a los socialistas en 2011? Lo mismo que nos quiere pasar ahora a los españoles.
Por motivos que a la mayoría parecen no importarle, nos ha caído encima la inflación. Para contener la inflación, los bancos centrales se ven obligados a subir tipos de interés. La subida de intereses lleva a los economistas a predecir crisis. Los políticos del nacionalismo cristiano lanzan gritos de crisis por todo el país y los medios abierta o subrepticiamente afines los repiten con altavoces. ¿Y qué tiene que hacer en una crisis un medio pobre, de esa clase que se llama media para hacerse ver? Encomendarse a Cristo y votar por nacionalistas cristianos porque esos tienen el beneplácito del poder divino en el cielo y del poder del Dinero en la tierra. ¿Y qué hacen los totalmente pobres, esos que los nacionalistas cristianos no ven y de los que, por lo tanto, ni hablan? Esos generalmente no votan porque generalmente se resignan a no importar a nadie.
Las
elecciones han dado el triunfo a los nacionalistas cristianos en Italia. Las
encuestas predicen el triunfo de los nacionalistas cristianos en el Congreso de
los Estados Unidos. Las encuestas predicen el triunfo en España de los
nacionalistas cristianos si ahora hubiera elecciones generales. ¿Qué hacemos?
Podemos resignarnos permitiendo que nos gobierne el Dinero disfrazado de falso
cristianismo o podemos entregar el gobierno a los seres humanos que anteponen
el bienestar de la gente a todo lo demás. Como siempre, la libertad y la
calidad de vida de todos depende de los votantes.
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