viernes, 19 de septiembre de 2014

ME GUSTARÍA PODER, PERO NO PUEDO

Esa izquierda que pide disculpas permanentemente supone un lastre histórico fraguado en los tiempos de la llamada, “transición democrática”, donde el Partido Comunista de España (PCE), encabezado por su líder, Santiago Carrillo, entró por el aro de la operación más corrupta de la historia del estado español, donde se perdonaron a todos los torturadores y asesinos franquistas, ignorando al medio millón de republicanos/as asesinados/as, ocultos/as hasta ahora en fosas comunes, cunetas, pozos y simas.

Un plan maestro diseñado en los oscuros despachos de los funcionarios del régimen fascista, creando las condiciones perfectas para el saqueo constante del patrimonio público, gestionado por bandas de ladrones, antes asesinos franquistas y posteriormente “demócratas de toda la vida”, que en la actualidad van de trama en trama, robando a manos llenas para luego ser indultados o condenados a penas ridículas, estructuradas premeditadamente, para pasar un par de meses en prisión, salir y disfrutar de los millones robados a buen recaudo en los paraísos fiscales.

De nada sirvieron los años de lucha contra la dictadura, ese pacto de cobardes  y traidores arruinó el sacrificio, los años de cárcel, los malos tratos, la resistencia del maquis, de miles de antifranquistas alzados/as contra la tiranía hasta la victoria o la muerte.

Ahora años después esa presunta izquierda sigue hundida, Izquierda Unida no sale de la marginalidad, reconvertida en un partido bisagra para dar el gobierno al PSOE donde cuadre y venga bien para llenar bolsillos, montar gobiernos neoliberales como el actual de Andalucía, donde se desarrollan los mismos recortes y abusos que lleva a cabo el gobierno central del PP, lo que en este caso disfrazado de algún pañuelo palestino en los cuellos y loas a la tropa solar de la hipocresía y el cinismo.

En este maremágnum surge Podemos, otra supuesta izquierda que no deja de pedir disculpas y meter la cabeza bajo el ala, siempre que les acusan de “bolivarianos” o “etarras”. Tristemente todo parece cuadrar con los años 80 cuando aquel PSOE hablaba de marxismo, con un Felipe González puño en alto gritando “¡Sahara libre!” para luego engañarnos vergonzosamente y convertirse en una derecha con siglas obreras.

Son demasiadas las sospechosas coincidencias, da la impresión de que la ingeniería del sistema busca urgentemente recambio para una parte del bipartidismo, crear nuevas y falsas ilusiones entre quienes de corazón deseamos un cambio, expulsar del poder a la mafia gobernante, hacer políticas para todos y todas, que las personas humildes dejen de ser masacradas por estos psicópatas de trajes caros, adicciones millonarias y coches oficiales.

Entre tanto polvo no se ve el horizonte, las primeras decepciones van llegando y el discurso de hace unos pocos meses va cambiando hacia postulados mas “graciosos” con el régimen. No todo parece ser lo que era cuando entre tuercas se hablaba de revolución, de respaldo al Comandante Hugo Chávez, de defensa de los logros de la revolución cubana, de apoyo a la causa saharaui, de exhumación inmediata de las fosas y cunetas de las víctimas del franquismo, junto a un largo etcétera de planteamientos interesantes para quienes seguimos creyendo en un mundo mejor posible, que ahora parecen haber acabado en agua de borrajas cuando se trata de cazar votos.

Ahora ya nada es, parece que no se puede o si se puede es por vías más “constitucionales”, moderadas, satisfactorias para los tertulianos socialdemócratas, sin cuestionar la desprestigiada monarquía, los/as tres millones de niños/as que pasan hambre, el estatus quo delictivo que desahucia familias enteras a palos de los esbirros policiales, que asesina a miles de personas que se suicidan al no poder más, al no aguantar los chantajes de la caterva bancaria y sus capos del gobierno, sicarios unidos en pos de un genocidio social sin precedentes, que lo que persigue es masacrar, esclavizar, violar derechos, condenarnos a un inminente futuro de hambre y miseria.

Me gustaría poder, pero no puedo, no entiendo el reciclaje o quizá el envoltorio de algo que nunca fue real. Decir la verdad no parece ser la línea a seguir, solo la dicen quienes luchan sin miedo por la revolución, organizaciones y personas criminalizadas, perseguidas y con el cuello siempre en peligro de degüello, pero que no tienen miedo, ni se ocultan bajo un disfraz de mesías que lo que protege es el tristemente más de lo mismo.


“Seguiré soñando travesuras”, con todo respeto, “yo me muero como viví”, pudiendo mirar en mis últimos días a los ojos limpios de mis hijos, transmitirles que jamás vendí mis ideas por un trozo millonario de corrupto poder.

martes, 16 de septiembre de 2014

¿ANTISISTEMA?, SI, A MUCHA HONRA


El epíteto de antisistema se utiliza últimamente mucho como arma arrojadiza. El tema no es nuevo y es un invento de las doctrinas policiales que lo vienen usando desde hace más de una década. Al principio no tuvo mucha fortuna y se tiraba más de agitadores profesionales, extremistas, anarquistas y otros adjetivos con intención descalificadora. Empezaron aplicándoselo a los activistas antiglobalización o altermundistas que se manifestaban en Seattle, en Génova y en medio mundo. Aquí en España, la derecha lo utilizó contra IU y Julio Anguita. Ahora vemos que disparan contra Podemos y sus dirigentes. Llaman antisistema a toda forma de resistencia social, porque se trata de criminalizar la disidencia, la protesta pacífica y hasta el legítimo derecho a intentar mejorar las cosas.
Si nos atenemos a la literalidad del término, antisistema es la persona o grupo disconforme con el (des)orden establecido y que trata de cambiarlo por medio de reivindicaciones y acciones.
Analizaremos primero de qué sistema hablamos. Lo hacemos del sistema capitalista que es el que condena a 600 millones de personas a pasar hambre en el mundo. Es el que crea un abismo de desigualdad entre el 1% de la población rica y el otro 99%, hasta el punto de que tan solo 83 ricos tiene la misma riqueza que 3.500 millones de personas. Es aquel capaz de recortar los salarios y los derechos laborales de los trabajadores para mantener su tasa de ganancia. Incluso, en determinadas situaciones, no duda en limitar o suprimir las libertades democráticas para defender los privilegios y el poder de las oligarquías. Y suele mantener, como parte del paisaje, unos niveles de corrupción y de impunidad de la misma escandalosos.
Se puede seguir abundando mucho más, pero no hace falta, para concluir que es un sistema profundamente injusto con las personas y depredador con el planeta. En fin, que sin necesidad de recurrir ni a Marx ni a Piketty, este sistema es malo, incluso rematadamente malo, que no asegura para todo el mundo ni pan, ni trabajo, ni techo. Así las cosas, “no es tan malo ser antisistema”, como decían Paco Fernández Buey y Jordi Mir, ni debería de ser peyorativo el término.
Por otro lado veamos algunos ejemplos de quienes han sido antisistema. Si hacemos un poco de historia, uno de los más relevantes fue Jesús de Nazaret; creo que sobran las explicaciones. Otros que entrarían en esa consideración serían Tomas Moro, Bartolomé de las Casas, Thomas Müntzer, los liberales que lucharon contra las monarquías absolutas, los revolucionarios franceses y tantos otros. Lo sería Rosa Parks, la mujer negra que sentándose en el prohibido asiento de un autobús se levantó contra el racismo en Estados Unidos. Podríamos hablar de alguien más próximo en el tiempo y muy agasajado con motivo de su muerte, me refiero a Nelson Mandela ¡qué no dijeron los defensores del apartheid de él! Y entre nosotros de l os indomables Marcelino Camacho o Nicolás Redondo, dos de las pocas figuras íntegras de la transición.
Pero ¿qué tienen en común unos y otros? Veamos. Antisistema es el que distingue lo legal de lo justo, que muchas veces no coinciden, porque si hubieran sido sinónimos ya se hubiera acabado con la esclavitud, con la explotación laboral, con la pena de muerte o con la desigualdad de la mujer, por ejemplo. Los antisistema son gente con convicciones morales, que defienden una sociedad más justa, más igualitaria, más libre y habitable. Una utopía basada en la justicia social y la sostenibilidad ambiental. Aquí y ahora en España, las mareas, la PAH, las ONG de ayuda a los inmigrantes, son algunos ejemplos más, que hay que agradecer y proteger.
Los antisistema suelen estar con los perdedores. Pero, como los hechos demuestran, muchas veces aquellos que aparecían como perdedores en un tiempo determinado, resultaba que fueron los que empujaron la rueda de la historia. La mayoría de los derechos conquistados eran considerados utópicos por el poder del momento, desde la libertad a los derechos humanos, los derechos de los pueblos y un largo etcétera.
Si los antisistema son los que defienden otro mundo posible, entonces son los que van a la raíz de las cosas y por eso piensan radicalmente. Son los que defienden la utopía de una globalización alternativa, los que pretenden unir la ética con la política y fomentar la participación de la ciudadanía en los asuntos de todos.
Los que defienden el sistema “como el mejor de los mundos posibles” porque contiene sus privilegios pueden aceptar a los utópicos. La única condición es que no se empeñen en llevar a la práctica sus ideas. Si lo hacen, pasan a llamarles antisistema, es decir, utópicos peligrosos no reconciliados con la realidad existente. Y los poderosos pasan de darles palmaditas condescendientes en la espalda a su demonización.
Los que privatizan la sanidad y cierran escuelas no son antisistema. Los que expolian lo público, los que defienden este sistema depredador, los que se aprovechan de él, los que niegan su democratización, son los que representan la expresión más fiel y descarnada del capitalismo neoliberal globalizado.
Son antisistema los utópicos, los revolucionarios, los anticapitalistas. Aquellos que luchan por la liberación de las naciones frente al imperialismo, por la democracia en la política y en la economía, en la sociedad y en la cultura, en la toma de decisiones.
Si son la resistencia social ante la barbarie, es lógico que los que aspiran a una sociedad mejor para todos y a la construcción de un mundo a la medida del ser humano digan: ¿antisistema? si, a mucha honra