Esa
izquierda que pide disculpas permanentemente supone un lastre histórico
fraguado en los tiempos de la llamada, “transición democrática”, donde el
Partido Comunista de España (PCE), encabezado por su líder, Santiago Carrillo,
entró por el aro de la operación más corrupta de la historia del estado
español, donde se perdonaron a todos los torturadores y asesinos franquistas,
ignorando al medio millón de republicanos/as asesinados/as, ocultos/as hasta
ahora en fosas comunes, cunetas, pozos y simas.
Un
plan maestro diseñado en los oscuros despachos de los funcionarios del régimen
fascista, creando las condiciones perfectas para el saqueo constante del
patrimonio público, gestionado por bandas de ladrones, antes asesinos
franquistas y posteriormente “demócratas de toda la vida”, que en la actualidad
van de trama en trama, robando a manos llenas para luego ser indultados o
condenados a penas ridículas, estructuradas premeditadamente, para pasar un par
de meses en prisión, salir y disfrutar de los millones robados a buen recaudo
en los paraísos fiscales.
De
nada sirvieron los años de lucha contra la dictadura, ese pacto de
cobardes y traidores arruinó el
sacrificio, los años de cárcel, los malos tratos, la resistencia del maquis, de
miles de antifranquistas alzados/as contra la tiranía hasta la victoria o la
muerte.
Ahora
años después esa presunta izquierda sigue hundida, Izquierda Unida no sale de
la marginalidad, reconvertida en un partido bisagra para dar el gobierno al
PSOE donde cuadre y venga bien para llenar bolsillos, montar gobiernos
neoliberales como el actual de Andalucía, donde se desarrollan los mismos
recortes y abusos que lleva a cabo el gobierno central del PP, lo que en este
caso disfrazado de algún pañuelo palestino en los cuellos y loas a la tropa
solar de la hipocresía y el cinismo.
En
este maremágnum surge Podemos, otra supuesta izquierda que no deja de pedir
disculpas y meter la cabeza bajo el ala, siempre que les acusan de
“bolivarianos” o “etarras”. Tristemente todo parece cuadrar con los años 80
cuando aquel PSOE hablaba de marxismo, con un Felipe González puño en alto
gritando “¡Sahara libre!” para luego engañarnos vergonzosamente y convertirse
en una derecha con siglas obreras.
Son
demasiadas las sospechosas coincidencias, da la impresión de que la ingeniería
del sistema busca urgentemente recambio para una parte del bipartidismo, crear
nuevas y falsas ilusiones entre quienes de corazón deseamos un cambio, expulsar
del poder a la mafia gobernante, hacer políticas para todos y todas, que las
personas humildes dejen de ser masacradas por estos psicópatas de trajes caros,
adicciones millonarias y coches oficiales.
Entre
tanto polvo no se ve el horizonte, las primeras decepciones van llegando y el
discurso de hace unos pocos meses va cambiando hacia postulados mas “graciosos”
con el régimen. No todo parece ser lo que era cuando entre tuercas se hablaba
de revolución, de respaldo al Comandante Hugo Chávez, de defensa de los logros
de la revolución cubana, de apoyo a la causa saharaui, de exhumación inmediata
de las fosas y cunetas de las víctimas del franquismo, junto a un largo
etcétera de planteamientos interesantes para quienes seguimos creyendo en un
mundo mejor posible, que ahora parecen haber acabado en agua de borrajas cuando
se trata de cazar votos.
Ahora
ya nada es, parece que no se puede o si se puede es por vías más
“constitucionales”, moderadas, satisfactorias para los tertulianos
socialdemócratas, sin cuestionar la desprestigiada monarquía, los/as tres
millones de niños/as que pasan hambre, el estatus quo delictivo que desahucia
familias enteras a palos de los esbirros policiales, que asesina a miles de
personas que se suicidan al no poder más, al no aguantar los chantajes de la
caterva bancaria y sus capos del gobierno, sicarios unidos en pos de un
genocidio social sin precedentes, que lo que persigue es masacrar, esclavizar,
violar derechos, condenarnos a un inminente futuro de hambre y miseria.
Me
gustaría poder, pero no puedo, no entiendo el reciclaje o quizá el envoltorio
de algo que nunca fue real. Decir la verdad no parece ser la línea a seguir,
solo la dicen quienes luchan sin miedo por la revolución, organizaciones y
personas criminalizadas, perseguidas y con el cuello siempre en peligro de
degüello, pero que no tienen miedo, ni se ocultan bajo un disfraz de mesías que
lo que protege es el tristemente más de lo mismo.
“Seguiré
soñando travesuras”, con todo respeto, “yo me muero como viví”, pudiendo mirar
en mis últimos días a los ojos limpios de mis hijos, transmitirles que jamás
vendí mis ideas por un trozo millonario de corrupto poder.