"Un toro es un mamífero, se parece bastante a nosotros. Claro que
sufre, su estructura neurológica está muy desarrollada. Una herida es un trauma
para ellos, y un proceso de acoso continuado les causa un estrés enorme"
(Alberto Ferrús, neurocientífico del CSIC)
Llegó el verano, y como cada año por estas fechas, tenemos que soportar, amparados en
las "tradiciones populares", toda la pléyade de festejos donde una
parte de nuestra sociedad hace gala y alarde del salvajismo más completo. Más
concretamente, la Fundación FAADA estima que se celebran en España unas 16.000
fiestas populares donde se utilizan animales como objeto de diversión, ocio,
espectáculo, entretenimiento, y en un gran porcentaje de ellas, maltrato,
sufrimiento y muerte incluidos. Parece que no nos basta con arrojarnos tomates
como en Buñol, o hacer un maratón de horas de soportar el redoble de tambores,
como en Calanda, actividades ya de por sí demostrativas de la simpleza de
nuestros festejos, sino que, además, hemos de mezclar en ellas a inocentes
animales, que no tienen la capacidad de opinar o votar sobre su presencia en
nuestras abominables, crueles y vandálicas fiestas populares.
Tomo
información a continuación de esta página de la Fundación FAADA, que nos
presenta el terrible catálogo de algunos festejos populares. Quizá el ejemplo
más conocido y paradigmático son las Fiestas de San Fermín, en Pamplona
(Navarra), que cada 7 de julio y durante una semana, organiza diariamente los
denominados "encierros", donde los mozos corren por las principales
calles del centro de la ciudad acompañando a la manada que se dirige a la
plaza
.
Pero
tenemos también el Toro de la Vega, celebrado en la localidad de Tordesillas
(Valladolid) el segundo martes de septiembre, festejo que consiste en soltar un
toro, el cual es acosado por cientos de personas persiguiéndolo desde el pueblo
al campo, a pie o a caballo, arrojándole largas lanzas acabadas en afiladas
hojas de 33 cm. de longitud, que se clavan en su cuerpo, y en ocasiones lo
atraviesan. La tortura puede llegar a durar una hora, hasta que el animal,
exhausto y agotado, destrozado y desangrado por las heridas, se derrumba,
momento en el que se le remata apuñalándolo en la nuca y se le cortan los
testículos y el rabo (a veces cuando todavía no ha muerto) para exhibirlos como
trofeo público, clavados en la lanza del orgulloso matarife. Como vemos, un
espectáculo bastante edificante. Este año, ni siquiera la presión de la
celebración gratuita de un concierto con multitud de artistas consagrados ha
conseguido que el pueblo y su corporación municipal se planteen la erradicación
del "popular y tradicional festejo".
También
tenemos el "Toro embolado" o Toro de fuego, festejo donde se le
prenden fuego a unas antorchas o bolas colocadas en los cuernos de los astados,
y untadas con alquitrán, para a continuación soltarlos en una plaza o calle
pública. Esta "tradición" se lleva a cabo en lugares como Medinaceli
(Soria), Vejer de la Frontera (Cádiz), o distintas localidades de Tarragona (como
Amposta) o Valencia (como Ontinyent). Durante el festejo, es frecuente que al
toro se le quemen los ojos con las chispas que sueltan las antorchas. Para
poder colocarles esta máquina de tortura, se inmoviliza previamente al animal,
atándolo por los cuernos, tirándole del rabo y sujetándolo de las patas
bruscamente. El animal, como es lógico, va dando cabezazos en frustrados
intentos de liberarse de las bolas de fuego, de las cuales caen chorros de
líquido incandescente y brasas, que le van salpicando en los morros y los ojos,
y que van quemando su cuerpo...¿acaso tiene este espectáculo algo que
desmerecer a las hogueras de la Inquisición del siglo XV? ¿Puede justificarse
semejante espectáculo argumentando que su práctica está "regulada"?
¿Es que acaso puede regularse el salvajismo?
Pero
la variante más cruel de estos espectáculos se celebra en Medinaceli (Soria),
ya que se les colocan a los toros unas sobre-astas (clavadas a golpes), tan
violentamente que a menudo le provocan a los astados hemorragias por su boca y
su nariz. También se llevan a cabo en Aragón (especialmente en Zaragoza y
Teruel) y en la Comunidad Valenciana, donde sufren este martirio unos 1.200
toros y vacas al cabo del año. Otra variante de bonita "tradición
popular" es el "Toro ensogado" o toro emmaromado, que consiste
en atar a los toros por sus cuernos con una cuerda, y arrastrarlos por las
calles hasta una plaza, o provocarles que caigan al mar. Suelen celebrarse en
Benavente (Zamora), y en diversas localidades de Tarragona y de Cáceres, donde además
suele terminarse matando al animal a machetazos. Debido a la continua
resistencia del toro a la soga, las cepas del cuerno sufren graves
traumatismos, y los músculos del cuello sufren profundos desgarros, ante la
atenta mirada del gentío, que contempla el espectáculo entre gritos de júbilo.
Incluso existen bárbaros e ignorantes que siguen afirmando que los toros no
sufren con estas prácticas.
El
"Toro de Coria" es otra variante de bella "tradición
popular" con astados, que consiste en que cada año, por las Fiestas de San
Juan, en la localidad de Coria (Cáceres), se hace correr al toro de una manera
particularmente cruel por el recinto del casco histórico amurallado de la
ciudad, hasta que el animal es encerrado en un coso. Durante su carrera, decenas
de personas lanzan dardos al toro, mediante soplillos o cerbatanas, durante
horas. Los dardos punzantes, decorados con papel, se clavan por todo el cuerpo
del animal, incluido los morros y los ojos. Al entrar en la plaza, el
sufrimiento del toro se agrava aún más, ya que le esperan otros mozos que
continúan con el mismo ritual, hasta que al cabo de unas dos horas, cuando el
animal agonizante ya no resiste más, se acaba con él a tiros de escopeta y se
le cortan los testículos.
A
todo ello hemos de sumar los innumerables sitios de España donde en la época
estival se celebran capeas, becerradas (como la de Algemesí), encierros, los
"Bous a la Mar" en Denia (Alicante), etc. Pero no sólo de toros vive
el festejo popular español, sino que también son objeto de sufrimiento otros
animales, tales como patos (los "patos al agua" de Sagunto en
Valencia), cerdos (los "cerdos engrasados" de Humilladero en Málaga),
gallos (sus combates están autorizados en las Islas Canarias), carneros (cuyas
peleas se celebran en Guipúzcoa y Vizcaya), caballos (en Castellón se les hace
pasar sobre el fuego de varias hogueras), etc. Afortunadamente, algunas otras
"tradiciones" se han extinguido, como en Zamora, donde hace años que
se dejó de tirar la cabra del campanario.
El
maltrato no distingue animales. Cuando acaba la celebración, hay gallos
decapitados, gansos descoyuntados, plumas, cuernos, sangre, fuego, vísceras,
cerdos, cabras y burros estresados; todos ellos han contribuido a perpetuar
antiguos mitos asociados a la fertilidad y a la hombría, pero en España
triunfan los bovinos, da igual que sean torazos de 500 kilos que malhadadas
vaquillas que se desangran entre bomberos toreros.
Y
así, el espectáculo tradicional está servido, con toda la parafernalia que lo
rodea, ya que, típicamente en honor de la Virgen y de los Santos patronos, y
con la correspondiente bendición de las Instituciones civiles y religiosas (que
no sólo no ponen el grito en el cielo, sino que además instan a su preparación
y celebración cada año, argumentando que están "perfectamente
reguladas", que los animales no sufren, y que las tradiciones hay que
respetarlas), pueblos enteros, niños incluidos (para que no se pierdan las
"tradiciones" en las nuevas generaciones), participan en un cúmulo de
fiestas populares de crueldad gratuita hacia los animales, toros en su mayoría,
pero muchos otros.
Se
calcula que en torno a unos 60.000 animales son así maltratados cada año,
legitimando como "tradición popular" lo que no es más que una
manifestación de nuestra vena más salvaje. Porque si fuéramos a cualquier
localidad extranjera de viaje, y nos encontráramos con que, por ejemplo, cada
15 de Agosto la tradición popular consiste en sacar aleatoriamente a un preso
de su cárcel, y cortarle la cabeza en la plaza pública, ¿rechazaríamos dicho
festejo? ¿O pensaríamos que hay que respetarlo en aras de dicha "tradición
popular"? Luego por tanto, ¿es que tienen justificación alguna el acoso y
las vejaciones de que son víctimas los animales para la diversión de unos pocos
ignorantes?
Es
hora de que pongamos por tanto las cosas en su sitio. Las tradiciones populares
se enmarcan en un todo más amplio que se refiere al Folklore, que fue estudiado
y definido en primer lugar por Antonio Machado y Álvarez (padre de los geniales
poetas Antonio y Manuel Machado), que utilizaba en sus obras el pseudónimo de
"Demófilo". Machado y Álvarez fue quizá uno de los intelectuales de
su época más importantes, y como decimos, pionero en los estudios que sobre
Folklore se han realizado en nuestro país, y en el extranjero.
Pues
bien, el Folklore (aunque se asocia únicamente a la música popular) recoge en
realidad el conjunto de todo nuestro patrimonio cultural, entrando en él el
resto de manifestaciones populares tales como los cuentos, las leyendas, las adivinanzas,
las costumbres, las canciones, las tradiciones, el atuendo, el vocabulario, la
música, las fiestas populares, etc. Es decir, el Folklore representa cualquier
manifestación cultural que a lo largo de la historia se asocia al pueblo.
Las
tradiciones evidentemente juegan un importante papel dentro del Folklore, pero
hemos de entender que dichas tradiciones están insertas en un determinado
contexto histórico, donde los valores culturales, las creencias, los
conocimientos y la cultura popular se expresan en un determinado momento.
Evidentemente, el tiempo provoca que dicho conjunto de valores vayan
evolucionando, y lo que hace algún tiempo podría considerarse como lógico,
válido o normal, pueda no serlo así en épocas anteriores o posteriores. Podríamos
poner miles de ejemplos al respecto: en la época de los Reyes Católicos, era
costumbre cortar las manos a las personas a las cuales se había pillado robando
flagrantemente, sin embargo esto nos parecería hoy día claramente una
aberración.
Este
es el punto de vista desde el cual debemos explicar que existieran tradiciones
populares de hace algunos siglos, donde (desde la perspectiva de que no se
poseía la conciencia sobre el maltrato y el sufrimiento animal) se practicara
la tortura, el sufrimiento y la muerte de los animales para divertimento del
vulgo. Pero hoy día esto debe resultarnos a todas luces un comportamiento
aberrante, y las autoridades deben ser las primeras que velen para que dichas
"tradiciones" sean progresivamente desterradas de nuestro Folklore
popular. Por tanto, ¿hasta cuándo habremos de soportar tanto comportamiento
aberrante y tanta barbarie amparada en la "tradición popular"?
¿Cuándo comprenderemos que la tortura no puede ser cultura, sino puro
salvajismo? ¿Cuándo seremos capaces de comportarnos como seres civilizados en
toda la dimensión del término, eliminando de nuestros festejos todo lo que
implique maltrato, sufrimiento y muerte de animales? ¿Cuándo serán nuestros
políticos lo suficientemente valientes y humanos como para acabar con estos
atávicos y bárbaros rituales? Esto no quiere decir que tengamos que renunciar a
nuestras costumbres ni a nuestras tradiciones, pero anteponiendo siempre a su
celebración el sentido común y la sensibilidad que, como humanos, se espera de
nosotros