Un país puede
permitirse tener a un zombie de presidente. A un vago de ministro de trabajo. A
un hippie en la cartera de defensa. A un ludópata de responsable de economía. A
un pirómano en el ministerio de medio ambiente. Aun así, el país funciona. Lo que no puede permitirse ninguna patria es tener como ministro de
educación y cultura a un zafio ignorante. Por suerte, nosotros
le hemos otorgado tal dignidad a nuestro bienhadado José Ignacio Wert.
José Ignacio Wert
ha salido tan listo que hasta le sobran 20.000 profesores. Ya era hora de que alguien nos
cantara las verdades del barquero, pues hasta la llegada de Wert el único
barquero que te decía la verdad era Caronte.
No es la primera
vez que este país está en crisis por exceso de sabiduría. Y la experiencia nos
sirve ahora para adoptar medidas como la que acaba de anunciar nuestro
ministro. Hay que cargarse a 20.000
educadores, que a Wert y a España le sobran.
Ya en 1936, un
exceso de cultura estaba pudriendo España, y nuestros militares, en defensa de
la patria, tomaron las medidas oportunas. Con
enorme educación, los soldados de Franco invitaron a miles de maestros,
catedráticos, intelectuales, creadores y poetas a dar un delicioso paseo
mientras los convencían de que debían reciclarse.
Estas
conversaciones dieron sus frutos, aquellos pensadores hicieron apostasía de su
error y muchos de ellos optaron por el negocio de la jardinería. Aun hoy, las malvas que adornan muchas cunetas españolas son herencia de aquellos
reconvertidos educadores, que comprendieron que España necesitaba sus cerebros
para hacer la fotosíntesis y criar flores. Honremos su
patriótica feracidad craneal.
Los maestros
actuales también deben entender que van sobrando en España, dado que uno ya siente cierto hartazgo de hablar de Schopenhauer en los campos de
fútbol cada vez que echa a rodar el balón. Y es que, con tanta
cultura, en España no se habla más que de Schopenhauer.
Eso de que la
cultura nos hará libres es una falacia, como lo demuestran los miles de intelectuales
justamente encarcelados tanto en países fashion-liberales como en otros
fascio-comunistas. La cultura es solo una disculpa
que se inventan los cobardes para no ir a la guerra.
-Hijo, vente conmigo a enterrar unas bombitas de racimo en el jardín de los vecinos, que hacen ruido y tengo que airear la mala uva.
-No puedo, que estoy leyendo a Eurípides.
-¿El vástago de Klitonis y Mnesarco?
¡Serás maricón!
Dejaciones así
las sufrimos los padres españoles a diario: la tragedia de ver a tus hijos
enganchados a un libro, y por eso se hace necesario y urgente cargarse a 20.000
educadores, tirando a poco, y fomentar los valores que siempre
han distinguido a nuestro país, cual son la superchería y la brutalidad.
Si elimináramos de nuestra historia la superchería y la brutalidad, España casi
no tendría historia. Y eso sería muy trágico. Un país sin historia es como un
muerto de muerte natural. Insípido.
¿Por qué salir en el Lancet cuando se puede ser portada del ¡Hola!, que se lee más?
¿Para qué enseñar filosofía si pagan más por enseñar el culo?
¿Para qué sirven 20.000 maestros teniendo a un Wert?
La cultura, en
España, se estaba poniendo incomodísima. De hecho, ahora mis novias jóvenes me
abandonan en no menos de cuatro idiomas, y eso internacionaliza mi dolor hasta
límites transfronterizos y catastróficos. Culpa de la cultura.
Y las niñas ya no quieren ser princesas, sino
bioquímicas. Culpa de la cultura. ¿Adónde vamos a parar?Con todos los músculos de los 20.000 maestros de Wert no se construirían ni dos policías antidisturbios para proteger el Congreso. Con eso lo digo todo.
La ventaja que
tenemos los fascistas, y se lo voy a confesar a usted en privado, es que la
belleza es mucho más fácil de destruir que la fealdad. Pruebe usted a destrozar
un AK-47 golpeándolo con el Gernika. Y pruebe la viceversa. Quizá sea verdad
que la cultura nos puede hacer libres, pero estoy
seguro de que la ignorancia nos hará ricos. Y esto es más
importante. Ya lo estamos viendo.
Se me acaban las
ideas porque no les deja sitio mi ideología. Ahora a mi admirado Wert le queda
sustituir a los 20.000 maestros por 20.000 curitas babeantes para salvar
España. Y trasformar la Educación para la
Ciudadanía en Educación para la Pederastia, disciplina en la
que nuestra iglesia es una potencia científica mundial. ¿No querías educación
sexual para tus niños, rojo de mierda? Pues toma.