Estamos
condenados a no entendernos, las personas que siguen el fútbol y las que no nos
importa una mierda. Hay un odio soterrado que impregna a todas y a cada una de
las personas de este país. Es un odio más fuerte que cualquier fascismo social
o racial, es algo que permanece y permanecerá sellado para siempre en nuestros
corazones, la guerra real. Los seguidores y los detractores. Conviven en las
mismas calles, compran en los mismos comercios y muchos incluso viven bajo el
mismo techo pero hay un muro enorme que los separa, el muro de la
incomprensión. Hablemos de esto joder.
La
división tampoco es tan loca como la he planteado en el primer párrafo, pues
siempre existen puntos medios y personajes que deciden no posicionarse del
todo. Están los que "siguen un poco el fútbol" y los que simplemente
"les da igual" y tampoco desarrollan un odio irracional hacia el
fenómeno. Si bien estos puntos medios siempre albergan la mediocridad -no
posicionarse puede ser considerado como un acto de cobardía- son también
necesarios y comprensibles. Nadie puede tener siempre el mismo grado de
implicación en todas las cosas y son ellos, este cojín humano, el que evita un
enfrentamiento directo, constante y letal.
Yo
personalmente creo que el fútbol es un gran montón de mierda pero tampoco me va
la vida. Realmente moriría por muy pocas cosas, incluso creo que no lo haría
por ninguna. Mi odio hacia el fútbol arde más bien como una pequeña hoguerita
de invierno en una choza de pastores. No tengo ni puta idea de fútbol y no me
interesa lo más mínimo y por eso quiero que veáis la percepción que tengo de
todo este tinglado. El fútbol a través de los ojos del inculto.
El
fútbol, lo que sería el deporte en sí -ese acto de golpear un esférico y
pretender meterlo en la base del contrario-, no me resulta problemático, es un
deporte como cualquier otro. Es más, sus reglas básicas se pueden encontrar en
la mayoría de disciplinas deportivas e incluso en casi todas las relaciones
humanas, ya sean amorosas, comerciales, políticas o militares. Dicho esto, lo
que incomoda más al no aficionado es todo lo que rodea a este deporte; la
locura mediática, el fenómeno de estrellas, las concesiones políticas, la
locura económica... Debo decir que la violencia que a veces puede generar no me
parece especialmente ofensiva, es más, quizá sea la parte más humana del
asunto.
Lo
primero que percibo de todo este aparato futbolístico es que se trata de un
gran timo. Lo veo como algo totalmente orquestado, como el World Wrestling
Entertainment. Antaño todos sabíamos que El Último Guerrero era el mejor por
que alguien lo había decidido, formaba parte de una ficción aceptada, era una
sitcom coreografiada. Y es que observando el fútbol desde lejos se ve
claramente que detrás del escenario principal existe una narrativa, un guion ya
escrito. Algo tan quirúrgicamente perfecto que no puede ser producto de la
suerte o de la técnica concreta que se ejecute en el campo de juego. Está claro
que hay demasiados intereses detrás como para dejarlo al azar.
El
fútbol, básicamente, es dinero danzando en un campo verde. Es una muestra
perfecta del capitalismo menos ético. Y no hablamos ya de corrupción y de
tejemanejes varios, el propio juego incluye ese valor económico. Parte del
juego es el patrocinio, la compra y venta de jugadores, los clubs que se
arruinan, las deudas con los inversores y el propio estado. El juego ha salido
del campo e incluso se encuentra en el uso publicitario que hacen de su propia
persona los protagonistas de este deporte (tanto jugadores, como entrenadores,
árbitros, presidentes, etc.) en todos los medios; el fútbol es también ese
anuncio de colonia, de champú, de zapatillas y toda la prensa amarilla que
pueda surgir por el camino. Está claro que es un negocio y lo de menos es el
acto en sí del deporte.
Otra
cosa que desde el otro lado observamos los no iniciados es la desfasada
presencia mediática del asunto. Es indecente la cantidad de cobertura que
recibe este deporte en particular, ocupando un porcentaje bastante inhumano del
global de un telediario (por no hablar de la parrilla televisiva, radiofónica o
de los medios impresos y/o digitales). Se dice que es lo que interesa a la
gente, que mueve mucho dinero. Sí, vale, pero en qué y a quién beneficia todo
esto. Es triste pero esta mediatización tan extrema ha causado estragos en
otros sectores. Ya se ha hablado de ciertas decisiones gubernamentales
referentes a la emisión de este deporte que afectaron directamente a la
industria cinematográfica, que vio desplazado su público al tener que competir
con los partidos de los domingos, uno de los días de mayor facturación de los exhibidores.
Luego
están los sentimientos. Es jodido ver como este teatrillo realmente afecta a
las personas. No hay nada más patético que un hombre lamentando la derrota de
su equipo, sentado en el bar, llorando. Lágrimas de fútbol recorriendo sus
mejillas. Esa tristeza de postal, impostada, generada por la nada absoluta.
Hombres que no lloran ni en los funerales de sus madres pero que se les rompe
el corazón en los estadios. Pasa lo mismo con la felicidad: esa explosión de
alegría desmedida que dura cinco minutos. No es la alegría de ganar, es la
alegría de derrotar al otro. La ilusión por el fracaso ajeno. Sentimientos
todos ellos generados por una enorme maquinaria del espectáculo. A nivel
audiovisual el drama está perfectamente dirigido, te lleva por donde quiere y
estalla en tu corazón. Ese gancho emocional es lo que genera adicción y es por
lo que jamás abandonarás a tu equipo.
La
constancia. Que alguien me lo explique, esta gente siempre está jugando
partidos. Que si ahora la Liga, que si la Champions, el Mundial... Joder,
siempre hay algo. Que no pare la máquina, que no haya un segundo de no-fútbol.
Alimentad al jodido pato para que salga un buen foie de canard. Esta constancia
hace que el interés o la emoción desaparezcan ya que lo eterno, la desaparición
del tiempo genera una espiral infinita, repetitiva, cíclica. ¿Cómo se puede
ganar una carrera que nunca termina?
¿Y
qué me decís del eterno bipartidismo? Esa dualidad, la distinción de dos
grandes enemigos para generar un mensaje comprensible. Dos equipos con dos
formas de entender el juego muy distintas. Cuéntame otra. A esto del fútbol se
le ve el plumero. Los seguidores sois unos putos chalados, unos tipos
obsesionados por algo que apenas existe. Por otra parte, supongo que los que
lanzamos este tipo de delirios sobre el fútbol también parecemos unos putos
locos. Unos conspiranoicos. Aquí no se salva ni Dios.