Tengo
la inmensa alegría de tener un nieto lo cual, en sí mismo, no es un hecho extraordinario. Pero lo que sí
es, desgraciadamente, extraordinario –aunque espero y deseo que en el futuro
sea lo ordinario- es que siendo un varón su madre lo esté criando no como un macho,
sino como un ser humano.
Esto
que parece una perogrullada es, sin embargo, de una importancia capital ya que
como bien sabemos, son las madres las principales transmisoras de los
principios y valores dominantes en nuestra cultura, propiciados y mantenidos
por el sistema patriarcal en que vivimos.
Precisamente
el machismo es uno de los “valores” dominantes en las generaciones de hombres y
mujeres de nuestro país –y seguramente del mundo entero- hasta le fecha. Y ya
es hora de que los valores cambien.
Ella
no está criando una persona que no sienta. Que ataje sus emociones con
pretextos de virilidad banal. Que se aísle de sus sentimientos y los contenga o
reprima. Que no se permita emocionar con cualquier cosa mágica de este mundo
por causa de una demanda ilógica de racionalidad. Solo por el hecho de ser
hombre. “Porque los machos no lloran”.
No
está criando una persona que límite su capacidad creativa. Que su imaginación
tenga de tope el estereotipo cultural varonil. Que no pueda explorar el área
que más le interese por miedo al qué dirán. Que tenga armas de juguete. Que sea
valiente y vaya la guerra. Que no pueda jugar con muñecas. Que no se vista de
rosa. Que sea una obligación jugar a la pelota, o ser atlético. “Porque si no
es un macho es maricón”.
No
está criando una persona que se sienta superior. No necesita probar su fuerza
ante nadie. Y mucho menos ejercerla contra alguien. No está criando a alguien
competitivo que construya su seguridad venciendo al otro. Que utilice la
violencia física o verbal para imponer su ego o voluntad. “Porque los machos se
hacen respetar”.
No
está criando a una persona que no se enamora. Que vive su sexualidad como un
acto de triunfo. Conquistando mujeres como si se tratase de abordarlas cual
territorio exótico y virgen en plena era colonial. Que se vincule con mujeres
cual propiedad privada. Que sean percibidas como un objeto, o el fin para su
satisfacción individual. Que pague por sexo. Que acose verbal y físicamente. No
está criando a un ser que sea parte ni cómplice de la cultura de la violación.
“Porque los machos son dominantes”.
No
está criando a una persona que no se involucre con los quehaceres del hogar.
Que crea que las mujeres están para servirlo. Que no sepa ser autónomo en su
alimentación y cuidados hogareños. Que no se involucre en la crianza -en el
caso que quiera ser padre- y su paternidad quede reducida a espacios de
recreación. No precisa ser el soporte ultimativo del hogar si así no lo desea.
“Porque los machos proveen”.
No
está criando una persona que no se solidariza con los demás. Que no desarrolle
la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Que su empatía se limite a una
cofradía de hombres semejantes a su ser. Que esconda sus debilidades. Que se
aísle de la capacidad de sentir con el otro: ya sea una niña, un viejito, gay,
alguien en situación de pobreza, enfermos, animalitos, etc, etc. “Porque el
macho es fuerte”.
No
está criando un macho. Sino a una persona libre. Que sepa amar y cuidar
responsablemente de sus semejantes y del medioambiente. Que no tenga vergüenza
de sentir miedo o compasión. Que se emocione hasta las lágrimas, y que se deje
llevar por sus sentimientos. Que se vista de colores y se alegre de las cosas
simples. Que pueda sentir tristeza y comparta lo que le pasa. Que sea lo
suficientemente fuerte para reconocer sus debilidades. En definitiva, está
criando a un ser que la respete por ser mujer y no solamente por ser su madre.
Porque madre hay una sola, pero las potenciales víctimas del machismo –incluyéndole a él mismo- somos todos y todas.
Gracias
Sara, porque no solo estás criando una persona auténticamente libre, sino que
estás participando en la creación de un mundo nuevo: el de las personas libres.
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