No
es que a Pablo Iglesias le crezcan los enanos, es que sus gigantes se están
empequeñeciendo. Era de esperar. Ya escribí en su día sobre la línea de clara
involución que estaba sufriendo la formación política de Pablo Iglesias, y por
supuesto, en la figura de su líder recae, como no podría ser de otra forma, la
mayor tarea de "domesticación" por parte de las clases dominantes.
Los
ejemplos que podría poner son innumerables: en Cataluña, la formación
"Catalunya sí que es pot" (CSQSP) ha votado recientemente alineándose
con el tripardismo catalán (C's, PP y PSC), mal llamado "bloque
constitucionalista", en contra de la puesta en marcha de la República
Catalana, y en el resto del Estado, las propuestas están quedando cada vez más
descafeinadas, porque ya no se habla de Proceso Constituyente, ni de auditoría
de la deuda, ni de banca pública, ni de nacionalización de las empresas de los
sectores estratégicos de la economía, ni de renta básica universal, ni de
tantas otras grandes propuestas que en su día lanzaba Pablo Iglesias desde sus
intervenciones en las tertulias.
Ni
siquiera en lo relativo a las propuestas pacifistas, tan en boga últimamente a
raíz de los últimos atentados de París, PODEMOS ha estado a la altura, ya que
no ha enarbolado, como era de esperar, un discurso radicalmente pacifista, que
abogue no sólo por el fin de los bombardeos sobre Siria, sino también por
nuestra salida de la OTAN, por la retirada de nuestras tropas de cualquier zona
de conflicto, y por el desmantelamiento de todas nuestras bases militares
norteamericanas.
Lo
único que se ha ofrecido ha sido un tímido Consejo de la Paz, con algunas
propuestas interesantes, que por supuesto suscribo en su totalidad, pero sin ir
a la raíz de los problemas, así como la propuesta de someter a referéndum la
participación de nuestro país en cualquier conflicto bélico.
Pero
este "proceso de domesticación" al que me refiero llega a más, pues
no se limita sólo al recorte o suavización de las propuestas de la formación
del círculo, sino que atañe también al propio comportamiento y actitud de su
líder, Pablo Iglesias, que ya interviene en Desayunos Informativos en grandes
hoteles de Madrid, delante de empresarios y de gente de la "casta",
donde afirma que "No es lo mismo ser Profesor de Universidad y presentador
de un pequeñísimo programa de televisión, que aspirar a ser Presidente de tu
país".
Por
supuesto, dicha "casta" asistente al acto le ha dado a Iglesias la
"bienvenida a la normalidad", e incluso le han deseado suerte en las
próximas Elecciones Generales. Todo un triunfo. ¡Ya tenemos a una casta
acostumbrada a ver aparecer al señor de la coleta!...¿o será el señor de la
coleta el que se está acostumbrando, familiarizando, con dicha casta? Porque si
es así, estamos en una situación tremendamente peligrosa. Atrás se quedó aquello
de "tomar el cielo por asalto", porque ahora Iglesias afirma que
"en democracia los asaltos se hacen llamando al timbre", es decir, de
forma muy educada, sin molestar a estos grandes señores del IBEX-35, no vaya a
ser que se produzca la "inestabilidad" que enturbie sus negocios.
Reconoce
incluso que PODEMOS no aspira a "un futuro utópico", para que dichos
grandes personajes de nuestra economía no se escandalicen, sino a un país en el
que todos sus ciudadanos disfruten de unas condiciones mínimamente dignas, en
lo cual me ha recordado al mensaje casi de disculpa de Manuela Carmena
("Tranquilos, no soy comunista, nunca lo he sido"), en una cita de
parecido linaje.
Admitió
también Pablo Iglesias que para liderar un Gobierno en situaciones que pueden
ser difíciles, "hay que mejorar y revisar ciertas cosas", porque
parece ser que, en caso contrario, la campaña de hostigamiento hacia el señor
de la coleta, y sus acompañantes, se hubiera recrudecido...pero no, parece ser
que, como los mensajes y las propuestas se han tornado más suaves, no tan
molestas para dicha casta, dicha campaña de hostilidad también ha disminuido.No
es que lo vayan a tratar con alfombra roja como hacen con Albert Rivera, cuyos
planteamientos gustan más a los empresarios, pero al menos, ya no atacan con
tanta virulencia como antes.
Ya
parece ser que se han olvidado de sus reproches a PODEMOS por sus vínculos con
Venezuela, a medida que la gente de Pablo Iglesias también ha ido marcando
distancias con aquél régimen, de aquel país que, según Iglesias, "está tan
lejos". Lo que se le olvida a mi querido Pablo es que las clases
trabajadoras de todo el mundo estamos muy cerca, aunque nuestros países estén
muy lejos. Muy cerca en explotación, en desmontaje de nuestros derechos, y en
padecer los ataques de esta insaciable derecha política, social y mediática.
Hasta
las expresiones, la forma de hablar, el "talante" (como diría
Zapatero), están cambiando por completo. Ya tenemos a un Pablo Iglesias que
apela a la responsabilidad de Estado, a la inteligencia, al diálogo y al
consenso para afrontar los asuntos esenciales de nuestro país, igual que el
resto de líderes políticos que se presentarán a la cita electoral del 20D.
Y
no se lo pierdan...¡incluso muestra sus preferencias en los resultados de los
partidos de fútbol! ¡Qué pasada! Pero en fin, tengo que reconocer que a algunos
nos gustaba más el Pablo Iglesias salvaje, que arremetía contra la casta de
chorizos y de corruptos que nos gobernaban, y que prometía poner todos los
cimientos de nuestro país patas arriba, para cambiar dicha situación, y
favorecer a las clases más vulnerables, transformándonos en una sociedad más
libre, justa, avanzada y democrática.
Pero
en fin, parece que todo eso quedó atrás, y que ya tenemos a un líder de PODEMOS
que ha comprendido cómo está montada la sociedad, y no tiene muchas intenciones
de cambiarla.
Así
que ya tenemos a un Pablo Iglesias donde ellos querían, casi completamente
domesticado, inofensivo, acomodado, despojado de su rebeldía, incapaz de poner
en cuestión los grandes pilares del sistema.
La
traición a la lucha y a los postulados del 15-M es prácticamente total, y todo
está quedando en varios fichajes estrella para sus listas electorales, y en la
presentación de una serie de propuestas de corte socialdemócrata, que hasta el
mismo PSOE podría suscribir. Como he afirmado en otras ocasiones, para este
viaje no hacían falta tantas alforjas.
PODEMOS
debería haberse desmarcado claramente de sus oponentes electorales, mediante
propuestas absolutamente radicales en temas estrella que hoy día son
imprescindibles para una auténtica regeneración democrática, tales como la
Monarquía, el desmontaje del poder de la Iglesia Católica, los planteamientos
de carácter pacifista, feminista y ecologista, la recuperación del empleo
público, el fin de la hegemonía empresarial, o el inicio de un nuevo Proceso
Constituyente para que la ciudadanía pueda conformar democráticamente un nuevo
orden territorial, social y político para nuestro país.
Pero
a tenor de la deriva de su comportamiento, PODEMOS (sobre todo desde la figura
de su líder, Pablo Iglesias) está condenado a caer en la irrelevancia,
sirviendo únicamente como acompañante de los clásicos partidos del régimen del
78, en un insulso debate sobre cuestiones de importancia menor.
Afirmo
todo esto desde la tristeza, pues nada me gustaría más que contemplar cómo la
formación morada vuelve a sus orígenes, continúa fiel a los postulados frescos,
rebeldes y revolucionarios del movimiento del 15-M, y vuelve a representar una
opción política de auténtica ruptura con los poderes fácticos que nos han
gobernado durante todos estos años.
Pero
ello sólo podrá hacerse mediante propuestas valientes y radicales, y cada vez
dudo más que Pablo Iglesias y sus podemitas estén en esa onda. Porque muchos de
nosotros aún pretendemos seguir tomando el cielo por asalto.
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