lunes, 14 de diciembre de 2015

SOBRE CONSTITUCIONES Y TRANSICIONES

Estos días se ha celebrado el 37 aniversario de la Constitución de 1978. Salvo excepciones, todo ha sido parabienes para el texto aprobado el 6 de diciembre de 1978. Un par de artículos publicados el pasado 6 de diciembre en el diario El País me han hecho reflexionar sobre este texto constitucional y la naturaleza de la Transición española. Pedro Sánchez, candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, y Pablo Iglesias, candidato de Podemos, esgrimían sus argumentaciones sobre el texto.

El candidato del PSOE hacía una defensa de la Constitución haciendo un llamamiento a actualizarla en el siglo XXI y que tuviese el mismo respaldo mayoritario que tuvo el texto actual hace ya casi cuatro décadas. Un texto, el de Sánchez, que responde a la perfección al papel que ayer y hoy le tocó y le toca al Partido Socialista.

El texto de Iglesias es más interesante. Lo es porque aborda la historia y pone antecedentes dignos para un hipotético futuro constitucional o proceso constituyente. Y aunque el artículo de Iglesias sí habla de un pacto entre las élites franquistas y una parte de la oposición democrática, lo cierto es que no deja de reconocer importancia a la constitución de 1978 y coloca a movimientos como el 15M en el resultado de la traición que se ha producido a ese pacto constitucional. Por eso hace un llamamiento a un nuevo gran acuerdo.

Sin embargo, ambos textos adolecen de una perspectiva histórica, de un análisis profundo de la razón de la Constitución de 1978. En el caso de Sánchez porque no deja de ser la posición del establishement. En el caso de Iglesias porque quizá no quiera dar una vuelta de tuerca más a su análisis, que empieza bien pero acaba mal.

Para la analizar el proceso que se inicia con la muerte del dictador (del que este año se ha cumplido 40 años) habría que mirar más atrás en el tiempo. Esa legitimidad democrática de la que se jacta el candidato socialista forma parte de la ilegitimidad franquista. A estas alturas, cabe hacerse una pregunta: ¿Quién marcó los tiempos de la Transición? ¿Quién puso sobre la mesa la hoja de ruta que desembocó en el proceso de 1978?

La respuesta es muy simple: los franquistas. Y no lo voy interpretar, sino que me voy a valer de una obra publicada en 1973 por Rafael Calvo Serer titulada “La dictadura de los franquistas 1. El “affaire” del Madrid y el futuro político”. Una obra poco conocida, publicada en París, cuando Calvo Serer cayó en desgracia por el tema del diario Madrid y su enfrentamiento con Fraga Iribarne. Calvo Serer era una de esas figuras representativas de ese franquismo, amoldado desde el inicio a sus estructuras, convertido en figura señera de la intelectualidad franquista, y que en la etapa final del régimen comienza a buscar una salida al mismo.

No es intención aquí hablar de Calvo Serer. Para acercarnos un poco a su figura y su vinculación al franquismo recomiendo la obra de Gregorio Moran “El maestro en el erial” donde ubica a toda esa intelectualidad franquista. Lo importante a rescatar aquí de Calvo Serer es una parte del final de libro arriba citado. Calvo Serer en ocho puntos plantea cual puede ser la salida de la dictadura franquista. Estos ocho puntos son los siguientes:

1. Nombramiento de presidente del gobierno: Para Calvo Serer esa Transición la tendría que encabezar un militar.

2. Ley de prensa: ofrecer un pluralismo social y político del país sin caer en manifestaciones revolucionarias y estableciendo límites en materia de prensa y sanciones administrativas.

3. Independencia de los tribunales.

4. Estatuto de las organizaciones políticas: reivindica la actuación de Charles De Gaulle en 1958 cuando reformó la constitución que condujo a la V República y que, a pesar de los problemas, salió reforzado.

5. Libertad de las Cortes: Mira hacía un sistema que prime a la mayoría y castigue a la minoría parlamentaria sobre la base de un partido socialdemócrata y otro conservador.

6. Amnistía para los vencedores y los vencidos.

7. Sindicación profesional única y asociación libre obrera.

8. Sometimiento a referéndum de la modificación constitucional.

Sorprende cómo lo que marcaba Calvo Serer en 1973 se iba a cumplir casi a la perfección entre 1976-1978. Ciertamente no hubo un presidente militar pero si un vicepresidente. El sistema mayoritario electoral se impuso entre un partido socialdemocrata (PSOE) y otro conservador/liberal (UCD, luego AP, luego PP). Esa amnistía a vencedores y vencidos se plasmó en la Ley de Amnistía del 15 de octubre de 1977 que no significó sino un punto y final para exonerar a la dictadura de sus crímenes. El modelo de sindicación no dejó de ser un calco del franquista, adaptado por los Pactos de la Moncloa, donde la diferencia partía de la diversidad sindical pero siempre dentro de los límites marcados por el nuevo sistema. Y efectivamente esa Constitución se sometió a un referéndum un 6 de diciembre de 1978 saliendo el “sí”. Un “sí” conseguido tras una campaña que poca alternativa daba con un argumento falaz: o esta Constitución o vuelta a la dictadura.

Calvo Serer fue el franquista que propuso estos tempos, que otros franquistas como Suárez, José María Areilza, Manuel Fraga Iribarne, etc., pusieron en marcha. Ellos marcaron los ritmos de la Transición. Franco designó al jefe de Estado. A partir de ahí comenzó a gravitar el proceso de Transición que Calvo Serer ya preveía en 1973.

La verdadera base de la Transición fueron unos franquistas adaptándose a las circunstancias para no perder su posición y salvar su vinculación a un régimen que cometió crímenes contra la humanidad, y una izquierda, representada por el PSOE y el PCE en su mayoría, que cedió. Unos porque se convertían en una alternativa y para ello eliminaron cualquier conato de oposición en el exilio (Congreso de Suresnes, 1974). Otros porque se creían ser una alternativa y tanto cedieron que quedaron completamente descolgados de unas estructuras que no les fueron benevolentes. Algunos culpan exclusivamente al carrillismo, pero en realidad fue el camino de toda una organización.

Aquellas posiciones que no cedieron y no se plegaron lo pagaron caro. Los republicanos quedaron fuera del mapa político: no les dejaron presentarse en las primeras elecciones de 1977. Cuando se presentaron en 1979 el sistema y la Constitución ya estaban en marcha.

Los anarquistas sufrieron por una estructura sindical emanada del Pacto de la Moncloa que le fue hostil, por una criminalización de su modelo sindical y por unos problemas internos que acabaron condenándolo al ostracismo.

La extrema izquierda se difuminó. Esa Transición les salió a pedir de boca a los franquistas. Tanto es así, que cuatro décadas después de la muerte del dictador la impunidad del franquismo sigue vigente y con argumentos legales, como la ya citada Ley de Amnistía.

Y todo esto no quiere decir que los que luchamos en aquella época, que buscamos un mundo mejor, no consiguieramos torcer un poco la historia para que no fuese como algunos la marcaban. Todo lo contrario. Hay que reconocer el empuje y lucha de toda una generación.

Pero tanto al artículo de Iglesias y, sobre todo, al de Sánchez, les hace falta mucha pedagogía histórica. Pablo Iglesias habla de proceso constituyente pero sin descifrar si ese proceso significa una nueva constitución o reformar la que tenemos. Pedro Sánchez si habla de reforma. Pero es difícil reformar algo que no ha funcionado durante 37 años.

En ese tiempo, los artículos fundamentales de la constitución han sido sistemáticamente violados: derecho al trabajo, derecho a la vivienda, etc. Aunque una cosa si tiene el PSOE y es que sabe lo que es reformar una constitución. Lo hizo en su artículo 135 y tardó, junto con el PP, una tarde en hacerlo.

Estos días se celebra el 37 aniversario de la Constitución de 1978. Pero casi nadie ha recordado que un 9 de diciembre, pero de 1931, las cortes republicanas aprobaban la Constitución de 1931.

No voy a entrar en una comparación de constituciones (tema muy interesante) y tampoco en mostrar que significó la experiencia republicana con sus acierto y sus errores y problemas estructurales, que los tuvo (frente a los que la demonizan y a los que la consideran la arcadia feliz).

Lo que si podemos hacer tras leer su texto es concluir que aquella vieja constitución republicana si significó una ruptura con el pasado monárquico. La del 6 de diciembre de 1978 no.


Básicamente porque la primera lo cambió casi todo. Y la segunda partió con el sucesor de Franco como Jefe de Estado y porque fueron las élites de una dictadura que tumbaron la democracia los que dieron paso a una nueva democracia. Difícil y extraña ruptura.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

GANADORES Y PERDEDORES EN EL “GRAN DEBATE” DEL 7-D

Celebrado el esperado debate a cuatro parece claro que existe unanimidad entre la totalidad de encuestas online realizadas en los medios digitales: Pablo Iglesias ha ganado el debate. Desde El Mundo al ABC, pasando por la Ser, El País, Público, eldiario.es, 20minutos.es y otros medios, las audiencias digitales coinciden en el dato. No es de extrañar el entusiasmo y la alegría con que el equipo que acompañó a Iglesias al debate celebró al final del mismo. Ayer PODEMOS no iba a ganar las elecciones, pero sí había la opción de poder perderlas. Y salió muy bien parado, mucho mejor incluso, posiblemente, de lo esperado.

Iglesias es un auténtico animal televisivo, forjado desde hace años en diferentes tertulias, y eso se notó ya desde las primeras intervenciones “libres”. Mientras el resto de participantes parecía empeñado en recitar versos de memoria, Iglesias debatía, y solo a cuenta gotas, pero de manera muy efectiva, dejaba caer medidas del programa de PODEMOS.

 Aquello no era un recital de programas, sino un espectáculo televisivo en el que tan importante era exponer tus propuestas como arrinconar al rival en el intercambio de ideas y argumentos. Solo Pablo parecía entenderlo y eso acabó por condicionar el resto del debate.

Cuando el resto de los debatientes logró adaptarse a la fórmula ya era tarde: el debate ya tenía ganador.  Y por si quedaba alguna duda de ello, la última intervención de Iglesias, con su emotivo mensaje y su cuidada presentación, sumado a la suerte de ser quien cerrara el debate, terminó por resolverla. El mensaje del candidato de PODEMOS será ya, sin duda, uno de los grandes momentos de esta campaña electoral, pase lo que pase en adelante. Un “minuto de oro” en toda regla.

Pablo estuvo además especialmente brillante en saber combinar a la perfección un doble esquema de ataque al rival: confrontación abierta con el PP, que se daba por supuesta, pero especialmente arrinconando a Pedro “Kent” Sánchez en el tú a tú, arrebatándole el espacio de “oposición” al PP desde la izquierda que en todo momento Sánchez trató de representar, sin conseguirlo nunca.

Sánchez no se ha enterado que tras las elecciones catalanas eso de querer presentarse como “única alternativa al PP” y, sobre todo, hacerlo desde una especie de posición como “partido hegemónico de la izquierda”, ya no sirve, no al menos en un debate como el de ayer, con las cuatro fuerzas con aspiraciones a gobernar en liza.

En el debate quedó en evidencia. Pablo Iglesias, en cambio, apeló sistemáticamente, en los diferentes bloques, a la lucha de los “de abajo” frente a las políticas del PP (y el recambio de Cs), a una misma vez que incidía en la falta de credibilidad de un PSOE que “dice una cosa cuando está en la oposición y hace otra cuando gobierna”, y con ello no necesitó pronunciar una sola vez la palabra “izquierda” para, precisamente, arrebatarle ese espacio de izquierdas al PSOE.

Pedro Sánchez ni se enteró, siguió empeñado en confrontar con el PP desde el esquema que tenía prestablecido en su argumentario previo, mientras, uno tras otro, Iglesias le daba golpes con la mano abierta que ni el juego sucio del dirigente social-liberal lograba frenar.

 Iglesias sacó a Sánchez totalmente del debate, lo redujo a la nada. Entre acusaciones de falta de credibilidad que son de sentir general a estas alturas de la película, comentarios sobre la falta de control de Sánchez en su propio partido, alusiones a la corrupción y a las puertas giratorias, Sánchez quedó totalmente noqueado y acabó realmente desquiciado.

Iglesias fue muy inteligente también en no centrar su discurso en Cs. Ya lo hacían por él tanto PSOE como PP. Y en ese contexto bastaba con cuatro pinceladas para confrontar a Rivera desde el debate planteado por el líder de PODEMOS: denuncia de lo que realmente implica el contrato único, y, sobre todo, la incidencia en denunciar el pacto de Cs con el PSOE de los ERE en Andalucía y el PP de la Púnica en Madrid. Cambio y no recambio.

No se trataba de presentar a Cs como un partido de derechas (de eso se encargaba Pedro Sánchez) ni como un partido con un discurso ambiguo (de eso se encargaba el PP), sino como un partido de “régimen” cuya aportación a la política estatal se basa, precisamente, en servir de muleta para apuntalar a los partidos tradicionales del régimen, en cualquiera de sus versiones.

La actitud de un Rivera visiblemente nervioso, incapaz de responder a la estrategia de PODEMOS salvo con vaguedades y argumentos sin profundizar, al que, en cualquier caso, tampoco parecía interesarle entrar en el cuerpo a cuerpo con Iglesias, hizo el resto. Rivera, al igual que le ocurrió en el debate de la semana pasada en El País, estuvo muy por debajo de lo esperado y no logró en ningún momento centralizar el debate, salvo cuando sacó la portada de El Mundo sobre la corrupción del PP, cosa que tampoco supone mérito especial y que posiblemente favoreció, en perspectiva, más a Iglesias que al propio Rivera, sobre todo tras las brillante intervención que el dirigente de PODEMOS hizo en ese bloque.

Cs, no obstante, se mantuvo estable en sus mensajes y no es de esperar que haya salido especialmente debilitado de lo sucedido el lunes, tal vez sí como opción de gobierno, pero no como partido “recambio”.

A Pablo Iglesias, no obstante, hubo algo que le vino especialmente bien: la ausencia de Alberto Garzón en el debate. Con un candidato como Garzón hablando en el mismo lenguaje que habló Pablo en muchos momentos del debate y, a su vez, combatiendo a PODEMOS desde posiciones de izquierdas reales, Pablo no lo hubiera tenido tan sencillo como lo tuvo para centrarse en combatir al PSOE desde la izquierda y desarrollar su estrategia para ello.

Pero Garzón no estaba e Iglesias pudo hacer a una misma vez de Iglesias… y de Garzón. Es triste la ausencia de Garzón y es también injusta, pero IU, que navega entre el 3 y el 5% en las encuestas –pese a llenar actos día tras día- no tuvo problemas en acudir a un debate a tres en las pasadas elecciones andaluzas que excluyó del mismo a quien en las encuestas estaba entre el 17 y el 21% y finalmente fue la tercera fuerza más votada.

No me gustó entonces y no me ha gustado ahora eso de excluir a nadie los debates, pero, como se suele decir, donde las dan, las toman. PODEMOS sufrió entonces lo que ahora ha sufrido UP-IU. E Iglesias lo aprovechó a la perfección.

Alberto Garzón es por ello, junto a Pedro Sánchez, el gran derrotado de este debate: que Iglesias lo hiciera tan bien va directamente contra los intereses de IU, porque consolida el voto de PODEMOS del que IU podría servirse para crecer y, a su vez, le cierra también el camino entre indecisos y potenciales votantes de izquierdas desencantados con el PSOE.

Iglesias se reafirmó como clara alternativa de voto en esos espacios, algo que probablemente se vea reafirmado en los próximos días con los propios comentarios que se hagan en los grandes medios capitalistas sobre el debate y contra lo que IU, desde su actual posición y habiendo estado ausente del mismo, tendrá complicado luchar.

El debate del lunes, de hecho, visto el resultado, le va a hacer media campaña a PODEMOS. La idea-eje electoral sobre la “remontada” que sus dirigentes vienen utilizando recurrente en estas últimas fechas salió ayer muy reforzada (al ganar visos de credibilidad) y la propia imagen de Pablo Iglesias, como candidato solvente, se disparó exponencialmente.

Profundizar en ambas ideas será fundamental para lo que queda de campaña. Especialmente porque todos los medios y analistas coinciden en el bajo nivel que ofreció Pedro Sánchez. Si el objetivo central de PODEMOS, para encauzar esa remontada, pasa por arañar votos al PSOE, esta combinación de factores, más el propio debate en sí, se lo facilitan bastante.

El PSOE puede sufrir un fuerte desgaste a poco que PODEMOS sepa rentabilizar lo ocurrido en este debate, y es posible que hasta se acabe viendo a PODEMOS como el verdadero voto “útil”, desde la izquierda, para enfrentar tanto a PP como Cs.

Eso puede hacer que el 20-D muchos indecisos que van a votar principalmente contra Rajoy acaben finalmente, como he dicho antes, apostando por PODEMOS, cosa que en un escenario totalmente polarizado, como parecía que iba a ser el caso hasta las catalanas, hubiera ido muy en favor del PSOE.

Pedro Sánchez se desesperaba semanas atrás por repetir eso de que Cs y PODEMOS no tenían opciones reales de ganar y que solo el PSOE podía hacer frente al PP. Sabían que era la clave principal de su derrota/victoria en estas elecciones. Cs les estorbaba por el “centro” y PODEMOS le enchufaba la aspiradora por la izquierda en un escenario así, sobre todo si las encuestas seguían dando al PSOE esos % casi ridículos para lo que ha sido el PSOE históricamente.

Tras el debate del 7-D todo ese se profundizó. El PSOE siguió en su misma línea y el propio debate, como se analizó antes, lo ha puesto en una situación muy delicada, al menos durante el mismo. Ahora, pues, en función de lo hinchadas que estén las encuestas a favor de Cs (es decir, en función del voto cercano al PSOE tradicionalmente que puedan realmente estar captando), PODEMOS pueden salir muy beneficiados del “engorde” artificial de Cs.

Ya veremos si el “monstruito” marcatendencias electorales que habían creado los medios con Cs nos les acaba mordiendo precisamente a ellos y sus intereses por posicionar a los tres partidos del régimen en los % más altos posibles.  No lo descartemos.

Iglesias, por otro lado, fue valiente al defender sin medias tintas la celebración de una consulta en Catalunya y apostar por un proyecto plurinacional para el estado español. No era sencillo su papel en ese bloque concreto y salió bastante bien parado… hasta que habló del 4-D de 1977 en Andalucía.

Presentar aquello como un hecho que se pueda vincular a una reafirmación del pueblo andaluz por pertenecer a España es no haber entendido nada de lo que pasó realmente. Fue justamente lo contrario: una reafirmación del pueblo andaluz en su propia existencia como pueblo y en absoluto intento alguno por lo sugerido por Iglesias.

Aquí sus asesores le explicaron algo… que Iglesias no entendió. Efectivamente aquello fue una expresión de voluntad popular, similar a una aplicación, salvando las distancias, de una especie de derecho a decidir del pueblo andaluz sobre su futuro, su ratificación como pueblo y un avance en su deseo de construir su propio futuro, pero se hizo en nombre de Andalucía y exclusivamente de Andalucía.

“Solo queremos banderas andaluzas”, gritaban ese día en las calles los manifestantes. No se trata de presentar aquello como un hecho independentista (que no lo fue), pero en ningún caso tampoco fue un hecho de reafirmación nacional española, sino todo lo contrario: un hecho de reafirmación nacional andaluza frente a las imposiciones y la negación de España. Andalucía quiso ser por sí y lo demás vino por añadidura.

Ser por sí dentro del estado –a ello se querría referir Iglesias, suponemos-, pero es que entonces eso ya era mucho para un pueblo que hasta entonces había sido despreciado y negado por el estado, relegado a un papel de segunda fila en el proceso autonómico en ciernes, y que dio un golpe encima de la mesa para romper temporalmente aquella negación, que no pensaba en España, en ser dentro de España o para España, sino en sí misma, como pueblo, como nación.

Finalmente decir que si hubo un segundo ganador en el debate ese fue, paradójicamente, Mariano Rajoy. La Vicepresidenta del gobierno estuvo imprecisa y bastante perdida, acorralada en el bloque de la corrupción y sin saber aprovechar especialmente aquellos otros bloques donde era de esperar tuviera una mayor fortaleza argumentativa a explotar (economía y debate territorial/Catalunya).

Se notó su falta de experiencia en debates y tertulias, sus intervenciones eran a ratos una especie de spots electorales grabados y a ratos simples intervenciones desde el escaño en el Congreso en una sesión de control parlamentaria, a menudo se vio sorprendida por la actitud “agresiva” que mostraban contra ella sus adversarios y solo en la segunda parte del debate pareció empezar  a sentirse más cómoda, pero, con todo, ello no debe suponerle demasiado desgaste entre su electorado tradicional, especialmente fiel como es conocido.

Tampoco le dijeron realmente nada que éstos no supieran ya y el que fuese Iglesias el ganador del debate no va, en principio, contra sus intereses (de ahí que el gobierno filtrara a la prensa tras el debate que había visto “muy bien” a Pablo Iglesias).

Primero porque ya parece claro que el acceso que PODEMOS pueda tener a ese tipo de votantes es muy limitado, y segundo porque un ascenso moderado de PODEMOS puede ayudarles a consolidar una mayor ventaja sobre PSOE y Cs, lo que podría facilitarles la entrada al gobierno si tal diferencia es muy amplia.

No obstante, volvemos a lo de antes: ojo el ascenso de PODEMOS no acabe acorralando también al PP, en el sentido se situar al PSOE en la disyuntiva de tener que elegir entre un gobierno de PODEMOS o un gobierno del PP, siendo PODEMOS segunda fuerza y dando los números para ello como pasara, entre otros sitios, en Madrid o Cádiz.

Ahora mismo está todo abierto y nada debe ser descartable, máxime después de este debate. ¿Y por qué decimos entonces que Rajoy salió ganador del debate? Pues precisamente por el hecho de no asistir. ¿O alguien se imagina a Rajoy en ese escenario, debatiendo a ese nivel y no haciendo un ridículo espantoso?

El Rajoy de las frases antológicas sobre españoles o alcaldes, el que no entiende su propia letra, el que se ve acorralado por un periodista y sale con aquello de ¿y la europea?, etc, etc., ¿en un debate como el vivido ayer? A estas horas el PP estaría en un 15% de votos.  No asistir fue, indudablemente, la mejor decisión posible, visto lo visto. Y hasta en eso se equivocó ayer Pedro Sánchez cuando, tirando de frase preconcebida de manera previa al debate, afirmó tras el mismo que el perdedor del debate había sido Mariano Rajoy, por no asistir. No hombre, no. El perdedor fuiste tú, Sánchez, y Rajoy hizo pero que muy bien en no asistir.

Veremos si en ese debate a dos que tenéis la semana que viene puedes al fin ganar un debate. Aunque, la verdad, el interés por el mismo, en ese formato y con ese nivel de participantes, deberá ser similar, hoy por hoy, al interés por ver un partido de fútbol entre dos equipos de la zona baja de la liga.


El Barça-Madrid de los debates se jugó el lunes y ahí Kent Sánchez salió goleado. Y Pablo Iglesias goleador.

viernes, 27 de noviembre de 2015

PABLO IGLESIAS YA FUMA “LA PIPA DE LA PAZ”

No es que a Pablo Iglesias le crezcan los enanos, es que sus gigantes se están empequeñeciendo. Era de esperar. Ya escribí en su día sobre la línea de clara involución que estaba sufriendo la formación política de Pablo Iglesias, y por supuesto, en la figura de su líder recae, como no podría ser de otra forma, la mayor tarea de "domesticación" por parte de las clases dominantes.

Los ejemplos que podría poner son innumerables: en Cataluña, la formación "Catalunya sí que es pot" (CSQSP) ha votado recientemente alineándose con el tripardismo catalán (C's, PP y PSC), mal llamado "bloque constitucionalista", en contra de la puesta en marcha de la República Catalana, y en el resto del Estado, las propuestas están quedando cada vez más descafeinadas, porque ya no se habla de Proceso Constituyente, ni de auditoría de la deuda, ni de banca pública, ni de nacionalización de las empresas de los sectores estratégicos de la economía, ni de renta básica universal, ni de tantas otras grandes propuestas que en su día lanzaba Pablo Iglesias desde sus intervenciones en las tertulias.

Ni siquiera en lo relativo a las propuestas pacifistas, tan en boga últimamente a raíz de los últimos atentados de París, PODEMOS ha estado a la altura, ya que no ha enarbolado, como era de esperar, un discurso radicalmente pacifista, que abogue no sólo por el fin de los bombardeos sobre Siria, sino también por nuestra salida de la OTAN, por la retirada de nuestras tropas de cualquier zona de conflicto, y por el desmantelamiento de todas nuestras bases militares norteamericanas.

Lo único que se ha ofrecido ha sido un tímido Consejo de la Paz, con algunas propuestas interesantes, que por supuesto suscribo en su totalidad, pero sin ir a la raíz de los problemas, así como la propuesta de someter a referéndum la participación de nuestro país en cualquier conflicto bélico.

Pero este "proceso de domesticación" al que me refiero llega a más, pues no se limita sólo al recorte o suavización de las propuestas de la formación del círculo, sino que atañe también al propio comportamiento y actitud de su líder, Pablo Iglesias, que ya interviene en Desayunos Informativos en grandes hoteles de Madrid, delante de empresarios y de gente de la "casta", donde afirma que "No es lo mismo ser Profesor de Universidad y presentador de un pequeñísimo programa de televisión, que aspirar a ser Presidente de tu país".

         Por supuesto, dicha "casta" asistente al acto le ha dado a Iglesias la "bienvenida a la normalidad", e incluso le han deseado suerte en las próximas Elecciones Generales. Todo un triunfo. ¡Ya tenemos a una casta acostumbrada a ver aparecer al señor de la coleta!...¿o será el señor de la coleta el que se está acostumbrando, familiarizando, con dicha casta? Porque si es así, estamos en una situación tremendamente peligrosa. Atrás se quedó aquello de "tomar el cielo por asalto", porque ahora Iglesias afirma que "en democracia los asaltos se hacen llamando al timbre", es decir, de forma muy educada, sin molestar a estos grandes señores del IBEX-35, no vaya a ser que se produzca la "inestabilidad" que enturbie sus negocios.

Reconoce incluso que PODEMOS no aspira a "un futuro utópico", para que dichos grandes personajes de nuestra economía no se escandalicen, sino a un país en el que todos sus ciudadanos disfruten de unas condiciones mínimamente dignas, en lo cual me ha recordado al mensaje casi de disculpa de Manuela Carmena ("Tranquilos, no soy comunista, nunca lo he sido"), en una cita de parecido linaje.

Admitió también Pablo Iglesias que para liderar un Gobierno en situaciones que pueden ser difíciles, "hay que mejorar y revisar ciertas cosas", porque parece ser que, en caso contrario, la campaña de hostigamiento hacia el señor de la coleta, y sus acompañantes, se hubiera recrudecido...pero no, parece ser que, como los mensajes y las propuestas se han tornado más suaves, no tan molestas para dicha casta, dicha campaña de hostilidad también ha disminuido.No es que lo vayan a tratar con alfombra roja como hacen con Albert Rivera, cuyos planteamientos gustan más a los empresarios, pero al menos, ya no atacan con tanta virulencia como antes.

Ya parece ser que se han olvidado de sus reproches a PODEMOS por sus vínculos con Venezuela, a medida que la gente de Pablo Iglesias también ha ido marcando distancias con aquél régimen, de aquel país que, según Iglesias, "está tan lejos". Lo que se le olvida a mi querido Pablo es que las clases trabajadoras de todo el mundo estamos muy cerca, aunque nuestros países estén muy lejos. Muy cerca en explotación, en desmontaje de nuestros derechos, y en padecer los ataques de esta insaciable derecha política, social y mediática.

Hasta las expresiones, la forma de hablar, el "talante" (como diría Zapatero), están cambiando por completo. Ya tenemos a un Pablo Iglesias que apela a la responsabilidad de Estado, a la inteligencia, al diálogo y al consenso para afrontar los asuntos esenciales de nuestro país, igual que el resto de líderes políticos que se presentarán a la cita electoral del 20D.

Y no se lo pierdan...¡incluso muestra sus preferencias en los resultados de los partidos de fútbol! ¡Qué pasada! Pero en fin, tengo que reconocer que a algunos nos gustaba más el Pablo Iglesias salvaje, que arremetía contra la casta de chorizos y de corruptos que nos gobernaban, y que prometía poner todos los cimientos de nuestro país patas arriba, para cambiar dicha situación, y favorecer a las clases más vulnerables, transformándonos en una sociedad más libre, justa, avanzada y democrática.

Pero en fin, parece que todo eso quedó atrás, y que ya tenemos a un líder de PODEMOS que ha comprendido cómo está montada la sociedad, y no tiene muchas intenciones de cambiarla.

Así que ya tenemos a un Pablo Iglesias donde ellos querían, casi completamente domesticado, inofensivo, acomodado, despojado de su rebeldía, incapaz de poner en cuestión los grandes pilares del sistema.

La traición a la lucha y a los postulados del 15-M es prácticamente total, y todo está quedando en varios fichajes estrella para sus listas electorales, y en la presentación de una serie de propuestas de corte socialdemócrata, que hasta el mismo PSOE podría suscribir. Como he afirmado en otras ocasiones, para este viaje no hacían falta tantas alforjas.

PODEMOS debería haberse desmarcado claramente de sus oponentes electorales, mediante propuestas absolutamente radicales en temas estrella que hoy día son imprescindibles para una auténtica regeneración democrática, tales como la Monarquía, el desmontaje del poder de la Iglesia Católica, los planteamientos de carácter pacifista, feminista y ecologista, la recuperación del empleo público, el fin de la hegemonía empresarial, o el inicio de un nuevo Proceso Constituyente para que la ciudadanía pueda conformar democráticamente un nuevo orden territorial, social y político para nuestro país.

Pero a tenor de la deriva de su comportamiento, PODEMOS (sobre todo desde la figura de su líder, Pablo Iglesias) está condenado a caer en la irrelevancia, sirviendo únicamente como acompañante de los clásicos partidos del régimen del 78, en un insulso debate sobre cuestiones de importancia menor.

Afirmo todo esto desde la tristeza, pues nada me gustaría más que contemplar cómo la formación morada vuelve a sus orígenes, continúa fiel a los postulados frescos, rebeldes y revolucionarios del movimiento del 15-M, y vuelve a representar una opción política de auténtica ruptura con los poderes fácticos que nos han gobernado durante todos estos años.


Pero ello sólo podrá hacerse mediante propuestas valientes y radicales, y cada vez dudo más que Pablo Iglesias y sus podemitas estén en esa onda. Porque muchos de nosotros aún pretendemos seguir tomando el cielo por asalto.

jueves, 19 de noviembre de 2015

DAESH, HIJO PUTATIVO DEL CAPITALISMO

Los atentados de París del viernes 13 han venido precedidos por atentados en Turquía, Líbano y en el avión ruso A321. Todos han sido cometidos por el Estado Islámico (Daesh o ISIS). El dolor por estos crímenes salvajes que han segado la vida de cientos de personas no nos puede hacer olvidar que veneradas “democracias” occidentales son responsables del clima social que ha generado el bárbaro horror del Estado Islámico.

No se puede entender el Daesh sin la invasión del Irak de Sadam Hussein por los EEUU en 2003 y los juegos estratégicos de los EUU contra Rusia en el Oriente Medio. La invasión de Irak con el pretexto de que el régimen de Sadam Hussein tenía “armas de destrucción masiva” –que nunca se encontraron- convirtió a Irak en una bomba social.

La coalición internacional liderada por los EEUU de George Bush y la Gran Bretaña de Tony Blair, con títeres como el líder del PP y presidente del gobierno español José María Aznar, no sólo no trajeron la tan cacareada “democracia” sino que sumieron al país mesopotámico en un caos extremo.

El régimen de Sadam Hussein se apoyaba en la rama musulmana de los suníes y estos al perder el poder se convertirán en la base humana del Estado Islámico en suelo iraquí. No obstante, el desarrollo del ISIS no sería posible sin los juegos estratégicos que los EEUU de Obama han ejecutado en el Oriente Próximo contra la Rusia de Putin.

En el contexto de la Primavera Árabe se dieron movilizaciones en la Siria de Bachar el Asad que los EEUU intentaron canalizar en su propio beneficio estratégico para derribar a este régimen que era –es-  un aliado vital de la Rusia de Putin en Oriente Medio, ya que en el puerto sirio de Tartus estaba –y está- la única base naval de la marina de guerra rusa en el Mediterráneo.

Para enfrentar al régimen de Bachar el Asad los EEUU conjuraron al Estado Islámico a través de sus aliados en la zona, Turquía, Qatar y Arabia Saudí. Van a ser los gobiernos de estos Estados los que faciliten o permitan que el Daesh se equipe con armamento bélico y vehículos que no producen sus fábricas por la sencilla razón de que no las tienen.

La venta del petróleo que está en las manos del Estado islámico –los propios medios de comunicación de masas estiman que factura 2 o 3 mil millones de dólares anuales- vale para pagar  estas importaciones de armas lo que redunda en un suculento beneficio para las industrias de guerra y las compañías petrolíferas y sus intermediarios.

Así, el juego estratégico de armar a los yihadistas del Daesh se combina con jugosos beneficios para las empresas occidentales y sus intermediarios pero, una vez más, como ya ocurrió en tiempos pretéritos con los talibanes que pasaron de combatir a la URSS armados y entrenados por los EEUU a convertirse en Al Qaeda, el conjuro de llamar a participar en su juego estratégico a los bárbaros del ISIS se le ha ido de las manos al gobierno estadounidense ya que los bárbaros se han dejado armar y ya persiguen sus propios objetivos estratégicos, un Estado propio, el Califato.

La estrategia de los EUU de Obama para sacar del Próximo Oriente a la Rusia de Putin ha sido todo un fracaso ya que Rusia ha salido reforzada en la zona por defender a Siria en la guerra y a Irán en la mesa de negociaciones.

Ahora bien, los efectos colaterales de esta estrategia fallida son los más de 220.000 muertos en la guerra de Siria, los millones de desplazados y refugiados y los atentados del Daesh.
Los muertos no le causan problemas a las democracias occidentales ya que su moralidad está a salvo de bagatelas humanistas pero los refugiados y los atentados sí. Los refugiados porque pone al desnudo la verdadera cara de la UE y de los EEUU. La Unión Europea no sólo permite que el tráfico de refugiados lo controlen mafias que obtienen beneficios a base de rebajar costes en los medios de transporte que han llevado ya a la muerte de miles de refugiados –muchos de ellos niños y mujeres- sino que, aún por encima, valla sus fronteras para canalizar el tráfico de refugiados como si estos fueran ganado.

También queda al desnudo el proceder solidario de los EEUU con los refugiados sirios ya que buena parte de los gobernadores estadounidenses no los quieren recibir en sus estados.

Por otra parte, los atentados en el propio suelo de los países de Unión Europea acrecienta la islamofobia como parte de una ola de derechización brutal nacida al calor de la crisis económica y que puede traer escenarios que desestabilicen el entramado comunitario liderado por la burguesía alemana.

Ahora, después de los atentados de París, el presidente Hollande le declara la guerra al Estado islámico y bombardea Raqqa y llama a la colaboración a Obama y a Putin. Este cambio de estrategia de Hollande, de pasar de aliado incondicional de los EEUU a pedir el entendimiento de los propios EEUU y Rusia para bombardear las posiciones del Daesh, es debido exclusivamente a la presión política que suponen los atentados en su propio país.

 No obstante, no son los bombardeos al Califato los que van a terminar con las levas del Estado islámico en la Unión Europea. Si sigue la exclusión social en la civilizada Europa con los sectores más desfavorecidos de la comunidad musulmana, vía trabajos más que precarios y desprecio cultural, no sólo no se frenará el flujo de reclutas del Daesh sino que se incrementará.

Si la UE no le da un horizonte laboral y cultural digno a la mayoría de la comunidad musulmana sus sectores más radicalizados por la exclusión social buscarán  un horizonte en el ISIS, bárbaro pero horizonte al fin y al cabo.

Así, el desarrollo del Daesh no se puede terminar de entender sin la marginación laboral y social que sufre una gran parte de la comunidad musulmana en la UE. Sin el desprecio empresarial y cultural con el que se trata a la mayoría de la comunidad musulmana no se podría comprender que de barrios de la civilizada Europa comunitaria, como es el caso de Molenbeek en Bruselas, salgan cientos de reclutas para el Estado islámico.

La guerra que ahora declara Hollande, como la que declaró en su día Bush, no es la guerra de la clase trabajadora. Nuestra guerra es contra la explotación, contra la exclusión social, contra el racismo, contra la violencia de género, contra la islamofobia porque tod@s somos la misma clase obrera, sea nativa o extranjera, cristiana, musulmana o atea.

Luchamos por un mundo donde la raza, la nacionalidad, el género y la religión no tengan la más mínima importancia, por una sociedad donde la socialización de la economía y la cultura nos catapulten a un futuro de hermandad.


Por ello, el dolor por las muertes no nos va a llevar a comer del árbol del capitalismo la fruta de la islamofobia como no comemos sus otros envenenados manjares: la explotación, la corrupción, la violencia de género, el racismo y la guerra de conquista.

martes, 10 de noviembre de 2015

LA DEMAGOGIA DE ALBERT RIVERA Y SU PARTIDO DE DISEÑO

CIUDADANOS viene para salvar los muebles de la pérdida de votos del PP. La derecha ha creado una virgen blanca y de sana sonrisa para tapar la cara del monstruo Rajoy. Alguien sin historia aparente, alguien sin personalidad propia más allá del personaje que interpreta. Rivera asume a la perfección este rol neutro de belleza pasiva
(Armando B. Ginés)

La continua demagogia de la que hace gala este personaje es abrumadora. Mucha presencia, mucha palabrería hueca, vacía, barata, pero si vamos a los hechos, han votado en contra o se han abstenido en todas las mociones que han tenido que ver con la memoria histórica (porque argumentan que no quieren "reabrir las heridas"), con la retirada de símbolos franquistas, o con el reconocimiento absoluto de los derechos humanos. Y como reza el dicho popular: "Por sus obras los conoceréis". 
   
Un líder y un partido encumbrados por las organizaciones empresariales, un "PODEMOS de derechas" como dijo el Presidente del Banco de Sabadell, un grupo de gente, "todos perfectos, muy guapos y muy presentables" (en palabras de Ada Colau), pero que sólo esconde detrás el mismo ideario retrógrado y reaccionario de la derecha más clásica, a la cual incluso superan en algunos aspectos (por ejemplo, ahí podemos verlos reclamando "un gran pacto por España", y por escrito, con las demás fuerzas políticas, a tenor de lo que está ocurriendo en Cataluña).

Son conservadores en lo institucional, reaccionarios en lo territorial, y retrógrados e involucionistas en lo que se refiere a derechos humanos. No en vano, su programa económico, liderado por Luis Garicano, disfruta de la simpatía de los grandes agentes económicos, de las grandes empresas del IBEX-35, y hasta del mismísimo Joan Rosell.

El PP ya comienza a tratarlo con respeto, aunque todavía lanza al aire sus dudas sobre a dónde irá en realidad el voto a C's de las próximas Elecciones Generales de diciembre.

Aunque sin adscripción ideológica formalmente definida, navegan en un mar de propuestas que ellos tildan de "sensatas", "razonables", "de sentido común", o de "regeneración democrática", aunque también en éste último aspecto comienza a vérseles el plumero como algunos medios ya han destacado. Su nicho fundamental de voto proviene del desencanto de ex votantes a izquierda y derecha, y sobre todo, del electorado más joven.

No obstante, como digo, hay que analizar bien sus propuestas, ya que bajo un halo de falso progresismo, incorporan una peligrosa letra pequeña que hay que interpretar. Y así, bajo el falso disfraz de progresismo, en realidad presentan medidas y propuestas al más puro estilo neoliberal.

Y además, todo ello lo apoyan con el despliegue de un lenguaje moderno y conciliador, diciendo por ejemplo que ellos no están por "el revanchismo", que no quieren alimentar los bandos, que ya no hay "rojos ni azules", que su enemigo no son el PP ni el PSOE sino el paro, o que no ven al resto de fuerzas políticas como adversarios, sino como compatriotas.

 Demagogia y más demagogia, porque detrás de toda esta parafernalia y de toda esta vacía verborrea, se esconde el clásico ideario defendido por el PP durante décadas. Su súbita aparición en el escenario nacional, su irrupción en todas las encuestas hasta encumbrarse como tercera fuerza política (a veces segunda, e incluso algunas encuestas ya lo han situado como la primera), obedece claramente a una maniobra artificial de los poderes fácticos, ávidos de fabricarse otra alternativa que equilibre un poco el auge de la izquierda, pero que pueda aparecer como una opción regeneradora de la tremenda situación de corrupción que vive el país. Por eso CIUDADANOS representa para ellos la opción perfecta, y lo peor es que también lo están representando para miles de votantes desencantados de PP y PSOE, que ven en el joven líder catalán a una persona equilibrada, limpia y sensata.

Pero si miramos más allá de todo ello, nos encontramos con la continua y permanente demagogia que expresan sus palabras, y con el auténtico peligro que representan sus propuestas. Votar a C's implica no alterar la correlación de fuerzas existentes, no eliminar la desigualdad, no dejar de apoyar a los ricos y poderosos, no renovar los cimientos democráticos de este país, en una palabra, votar a C's implica continuar como estamos.

Otros líderes, fabricados en serie, más pendientes del cuello de su camisa que de su ideario político, más pendientes de su percha que de ponerse en la piel de los necesitados. En última instancia, las mismas políticas de siempre.

CIUDADANOS sólo representa una falsa solución, un engendro político para canalizar la hemorragia de votos que sufre el bipartidismo (que ahora podría pasar a ser tripartidismo), porque la formación de Albert Rivera y sus líderes, como muy acertadamente los definía Armando B. Ginés, son mercancía de diseño, un producto elaborado para cumplir fielmente su cometido, un prototipo multiuso, una formación política que pretende llevar a lo público las políticas y técnicas empresariales (no en vano sus líderes son en su inmensa mayoría profesionales liberales), un objeto de deseo masivo y compulsivo, un engañabobos político, una marca blanca, las nuevas generaciones para seguir haciendo lo mismo que las viejas generaciones, un nuevo recambio para continuar con las mismas políticas, una moda pasajera que sólo existirá mientras pesista el engaño que representan.

Esperemos que haya mucha gente el 20-D dispuesta a decirle a Rivera que sí, que hay dos bandos, que siempre han existido, desde que existe el capitalismo, y que mientras éste no quede erradicado, siempre existirán.

Habrá que explicarle al señor Rivera que existe un bando de la clase obrera, de la clase trabajadora, de la gente humilde y sencilla, que intenta trabajar para vivir, y que está cansada de sufrir la explotación al que el otro bando los somete. Un bando que reclama simplemente los derechos humanos, un trabajo decente, una vivienda, una educación y una sanidad gratuitas y de calidad, unos servicios públicos fundamentales gratuitos y universales, un bando que necesita para ello que las grandes empresas que comercian con dichos productos y servicios básicos sean públicas, para que puedan ser de todos. Un bando que reclama democracia plena y auténtica. Un bando que no puede vivir bajo la asfixia de la deuda, ni del cumplimiento del déficit que el otro bando emplea como justificación para despojar de todo lo anterior a este bando. Este bando es el 90% de la población.

Y luego está el otro bando. El bando perverso, de la vergüenza, del poder político, económico, social y mediático. El bando de los ricos y poderosos, de los dueños de dichas empresas privadas que comercian con lo fundamental, y que impiden que dichos productos y servicios sean públicos, gratuitos, universales y de calidad.

Un bando que forma una élite fáctica, un 10% que exprime al otro 90%, porque le priva de lo mínimo necesario para poder vivir con dignidad, y sólo le otorga pobreza, rabia, exclusión, discriminación, exilio, barbarie.

Este otro bando niega al anterior los derechos humanos, el trabajo, la vivienda, la sanidad, la educación, la dignidad, hasta el aire para respirar si pudieran. Un bando al que le molesta la democracia, al que no le importan las personas, ni la igualdad, ni la redistribución de la riqueza, porque la quieran toda para ellos solos, un bando que vive de chupar la sangre al otro bando, que desprecia al medio ambiente, un bando consagrado a la incesante producción de más y más beneficios, un bando que necesita la corrupción y la mentira para sobrevivir, un bando que utiliza la crisis en su provecho. Esta es la única dualidad con la que hay que acabar en nuestra sociedad.


La pregunta es... ¿entenderá esto alguna vez Albert Rivera?